¿Qué me separa políticamente de algunos amigos?

Luis Fuenmayor Toro /

Algún avezado me dirá: define amigos, y por ahí me quedaría sin ninguno y escribiendo sobre otro tema, que tampoco resolveré. Mejor me ciño a la pregunta. No quiero contestar diciendo que no me dejo llevar por prejuicios, que trato de conocer la realidad y a partir de ella establecer las conclusiones, que tengo a los hechos que suceden como único criterio de verdad y que no acepto excusas ni racionalizaciones. ¡Ah carajo! Terminé diciendo lo que supuestamente no quería. Mejor analicemos un hecho concreto y que los lectores se hagan su composición de lugar. Desde ya digo, que sólo puedo hacer este análisis con la información que tengo y que ésta proviene de fuentes muchas veces prejuiciadas o con intereses, por lo que no es extraño que me equivoque. Vamos al estudio del caso.
Leo que, producto de un allanamiento sin orden judicial, buscando a alguien que no encontraron, el régimen detuvo a una señora de 72 años y a un menor de 17; al día siguiente, la hija de la señora, esposa del solicitado y hermana del menor, se presenta con su hija de 2 años en la comisaría para buscar información, y la dejan detenida. Me digo inmediatamente: la bebé no está presa, no la podían dejar sola fuera de la comisaría. No me cabe en la cabeza que Maduro secuestre niños, y menos si me lo dicen activistas de Vente Venezuela, donde milita el solicitado. Secuestraban niños y los traficaban las dictaduras militares argentinas. Lo hace el gobierno gringo y los sionistas genocidas israelíes, quienes también los matan.  
Me enerva que muchos de los denunciantes sean admiradores de estos regímenes, por lo que sus denuncias, intuyo, no obedecen sólo al lógico rechazo que deben generar acciones como las descritas, si fueran ciertas, sino que tienen bastardas motivaciones políticas, como las de los periodistas que denuncian desde el exterior. Pero, así como esta conducta es bochornosa y condenable, lo es también, y mucho, la del gobierno, que allana sin orden judicial y que detiene a quienes encuentran en el sitio, sin estar siendo solicitados, y más si es una persona de 72 años, que algún respeto debería merecer, y un adolescente, protegido por leyes promulgadas incluso por quienes hoy las violentan. Y aquí no valen justificaciones, ni racionalizaciones de ningún tipo.
Pero, no se termina aquí el problema. La cúpula gubernamental sabe muy bien que debe respetar el debido proceso judicial, así como los derechos civiles y humanos, pues en el pasado sufrieron las acciones delictivas de las policías políticas de entonces que los violentaban. El SEBIN no parece ser diferente como órgano represivo, que la DIGEPOL o a la DISIP. Son 48 horas para llevar a tribunales a un detenido, quien no debe ser incomunicado, ni usado como rehén para capturar a nadie. No puede impedírsele tener un abogado de su confianza. Incumplir estas disposiciones, a parte del cuento del narcotráfico, es parte de lo que le ha permitido al gobierno de Trump, justificar ante el mundo sus acciones siniestras.
No digo que éste sea el caso, pero la esposa de un político conspirador no es una conspiradora, independientemente de que esté enterada de las actividades de su cónyuge. Y si hay sospechas fundadas de que ha hecho algo ilegal, debe ser juzgada en libertad, máxime si tiene hijos menores. Ni los padres, ni los suegros, ni los hijos, ni otros familiares, pueden ser blancos de la represión política de ningún régimen. Eso lo debería internalizar el presidente Maduro, quien es el responsable de lo que haga su gobierno. Existen hoy medios audiovisuales, para demostrar que los procedimientos policiales se hacen conforme a la ley y el respeto de la dignidad de las personas. Pónganlos en práctica, mantengan informada a la gente de lo que sucede, castiguen a los transgresores, cúrense en salud.  
Hemos vivido en este siglo en la zozobra de un enfrentamiento a muerte, literal y no literalmente, entre un gobierno supuestamente socialista y bolivariano, que llegó al poder por la vía democrática, pero que ha ido deslizándose peligrosamente, tanto por presiones de sus extremistas como por las acciones de fuerzas opositoras, también extremistas, hacia derroteros que ya habían sido superados por los venezolanos y que son indeseables para la inmensa mayoría de los mismos. Hacer oposición es consustancial con el régimen democrático de occidente, que es el que conocemos y culturalmente hemos aceptado. ¡Cuidado con su modificación contra natura! No ayudará a nadie en resolver la crisis; todo lo contrario.
Pero hacer oposición no significa arrasar con el gobierno, ni destruir en esa lucha al país, que es al parecer lo que algunos o muchos, pretenden hacer. No se deben inventar acusaciones falsas contra el gobierno, se debe entender que el Estado tiene derecho de defenderse, dentro del marco legal y transparentemente. La opacidad lo que hace es perjudicarlo. Asuman todos sus responsabilidades.

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